A LA MUERTE DE UN AMIGO
Moléculas de polvo y de natura,
de allí viniste y para allá marchaste,
salir y entrar sin admitir contraste
en la mundana y frágil aventura.
Por siempre nacimiento y sepultura,
mientras en medio, sin que nada baste,
un breve transitar como pasaste
para perderte en la región oscura.
Desde antes y después, eterna nada,
todos regresaremos al paraje
en materia nomás desintegrada.
¿Consuela tu recuerdo en el celaje?
tú fuiste tú, no imagen recordada:
Ningún paisaje al óleo es el paisaje.
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PADRE FEDERICO ORTIZ
Abajo de esta losa muda y fría
en paz descansas como en paz viviste,
sonriente como siempre sonreíste
y alegre como fuera tu alegría.
Y luces tan torero todavía,
partiendo plaza como ayer partiste,
aunque ahora beatífico lo hiciste
al biombo de divina lejanía.
Abajo de esta losa gris e inmoble,
se oyen tus versos como canto de ave
con el fondo de alegre pasodoble.
Aquí debajo en misterioso enclave
hay una santidad augusta y noble,
a pesar que la losa ni lo sabe.
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DAIANA
Aquí te estoy mirando sin mirarte,
y tan cerca te tengo sin tenerte,
corriendo viéndote aunque estés inerte,
y charlando contigo sin hablarte.
Te vengo a dar un beso sin besarte
y a decirte que no voy a perderte,
aunque la pérfida y proterva muerte
te trasladó hasta misteriosa parte.
¿Dime, Daiana, si emprendiste el vuelo
porque este mundo te negó su asilo?
¡ Conmigo lo tendrás mejor que el cielo!
Acércate Daiana, ven y dilo,
que para siempre, en vez de ser tu abuelo,
seguiré para ti siendo tu Bilo.
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A DON RODRIGO TAPIA
Te fuiste en el crepúsculo silente
como el agua del río, Don Rodrigo,
que un verso en su caudal lleva consigo,
pero lejos se pierde contundente.
Y habiendo estado de tu lecho ausente,
ausencia que con lágrimas maldigo,
no alcancé con mi adiós darte mi abrigo
cuando al Éter partiste trascendente.
Tu toro bravo muge en la dehesa,
y mientras... la vaquilla colorada
parece que te busca con tristeza.
¿Qué me queda nomás a la mirada?
solo el recuerdo del que no regresa,
y una lágrima triste derramada.
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A GABRIEL POLIT SAUCEDO
Al amigo hermano
Así, aunque ignoto, pero estaba escrito
en esas escrituras del destino,
que emprendieras tu viaje al infinito
después de ser terráqueo peregrino.
¿Estás con Dios? Ningún humano sabe.
¿Qué sabe el vivo lo que puede haber?
Sólo sé que volaste como el ave
que se va para no volverle a ver.
No sé, pero quizá con Jaramillo
en dueto ambos en la Etérea lejanía,
el vals ecuatoriano y el pasillo
para los Dioses, ¡Vaya antología!
El pasillo que siempre has entonado:
«...Mas al mirarte cerca me figuro
que yo soy un castillo abandonado
y tú, un rosal abierto junto al muro.»
Con todo el repertorio de Gardel,
al escucharte el universo admira
los tangos en tu voz, como si fueras él:
«El día que me quieras»... «Yira Yira».
Con el recuerdo y con la realidad
no diferencio, pues aún te escucho.
¿Te fuiste o te quedaste? La verdad
aún te miro y te recuerdo mucho.
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A CARLOS REVUELTA
Ayer apenas cuando en un bostezo
el sol se sofocaba perezoso
atrás del sinusoide montañoso
que pinta lontananzas de embeleso,
Ignoto libro te ordenaba impreso
en destino secreto y misterioso,
a través de estatuto riguroso,
ve, de donde viniste, de regreso.
Te fuiste como el texto lo decía,
hasta ayer en el tren del todavía
y desde hoy cabalgando en nunca ya.
Nadie sabe si estás en otra vida,
o si vas por la nada ya sin brida,
o acaso en el edén del más allá.
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A JOSÉ ANTONIO
Emprendiste tu vuelo ya sereno,
dejando todo lo que el mundo invita,
entregándote siempre a Marianita,
tu tiempo para ella siempre pleno.
Fuiste su padre y madre siempre bueno;
mas, aunque tu presencia necesita,
en tu Biblia del sino estaba escrita
que era la hora del adiós terreno.
Vas, sin duda, toreando en los luceros,
formando por allá tremendo lío,
en medio de figuras y toreros.
Tu esposa a tu faena hace el avío,
y mientras vuelan para ti sombreros,
se encuentra ya tu Pátzcuaro vacío.
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A MARCO
Sopla ya a veces el helado cierzo
que el hipócrita tiempo, cuando pasa,
va congelando el alma y despedaza
lo que fuera en la vida el universo.
Se vuelve duro lo que fuera terso,
todo destruye el tiempo, todo arrasa,
jarra servida que quedó sin asa,
poema trunco que le falta el verso.
Mientras pasa la vida va quedando
el alma, Marco, con mayor herida
por nuestros seres que se van marchando.
Cuántos huecos que en tanta despedida
los años la existencia van vaciando,
¡Cargando el tiempo duele ya la vida!
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